sábado, 2 de agosto de 2014

De América soy hijo; a ella me debo.

Por: MsC: Enma Colina Bruzón.
                   
José Martí tuvo la oportunidad de visitar algunos países del continente  americano como: México, Guatemala, Venezuela y los Estados Unidos, en ellos pudo apreciar la desigualdad  existente en todos los órdenes, al respecto dice Martí. En América, pues, no hay más que repartir bien las tierras, educar a los indios donde los haya, abrir caminos por las comarcas fértiles, sembrar mucho en sus cercanías, sustituir la instrucción elemental literaria inútil,…con la instrucción elemental científica,…y esperar a ver crecer los pueblos.

El siglo XXI ha traído a la América cambios en su devenir histórico, los gobiernos en muchos países como Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Argentina  y Uruguay han mantenido políticas democráticas que favorecen a los sectores populares con escasos recursos, las campañas de alfabetización, las misiones de salud, cultura, apoyadas por Cuba, entre otras han llevado a estos pueblos luces de esperanza y vida. Integración es lo que necesita la América en medio de tanta diversidad de etnias, religiones, clases sociales,   no abogando por la unanimidad, sino por el consenso que permita la viabilidad de un continente que despierta ante los desafíos de un mundo polarizado, egocéntrico, donde la primera y última palabra la dice el presidente de turno de los Estados Unidos. La contextualidad de lo que sucede fue expresada por Martí, cuando refiere:

 De todos sus peligros se va salvando la América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa local y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero.


Despierta la América en este siglo lleno de luces y esperanzas, los pueblos en este minuto siguen necesitando líderes que estén comprometidos con ellos que sirvan de guías ante los desafíos latentes: el hambre, la desnutrición, la insalubridad, el exceso de opulencia, las enfermedades mortíferas, las ausencias de atenciones de salud y educación adecuadas, las desigualdades ante las esperanzas de vida en general, así como la subcultura en que han estado sumidos durante siglos no les ha permitido alcanzar los niveles adecuados para la existencia humana en condiciones de equidad.

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