martes, 19 de agosto de 2014

La Traición para José Martí



Por: M.sC. Enma Colina Bruzón.
               
En la antigüedad la traición desde los tiempos de Julio César en Roma, en cuestiones de guerras, políticas de estados, relaciones maritales sobre todo en las realezas, filiales, uniones consensuales comunes, entre otras,  se pagaba con la muerte, a medida que evolucionaron las diferentes civilizaciones, se sancionaron esos actos con otras medidas no menos fuertes y de trascendencia moral, de ahí la frase: Roma paga a los traidores, pero los desprecia.

Dice Martí. Duele más un amigo traidor, que un amor traidor. La mujer se olvida.

Esta afirmación del cubano la tuvo siempre como máxima a la hora de valorar cada uno de sus actos en la vida, lo vivió cuando el fracaso de la Fernandina en 1894, producto de la delación de uno de sus más cercanos colaboradores. En Estados Unidos fue delatado muchas veces y perseguido por órganos de seguridad de ese país, lo que hizo que tuviera que trasladarse de lugares con frecuencia, entre otros momentos y personas que interactuaron por diversas causas en su intensa vida como: Hijo, Amigo, esposo, Amante, periodista, maestro, cónsul, revolucionario, entre otras facetas.

Para Martí el concepto sobre el tema es el siguiente: Con lenguas de traidores debe escribirse en la historia de un pueblo el nombre de quien anteponga la autoridad de su persona o de su camarilla a la concordia y unificación de su país.

La  Historia tiene muchos nombres de hombres que traicionaron líderes políticos de contiendas y programas que definían los destinos de regiones, países y pueblos, grandes hombres:  A Bolívar lo traicionó Páez, a Washington los que le asesinaron, a Lenin los opositores Mencheviques que intentaron asesinarlo, a  los Gandhi sus más cercanos colaboradores , a Fidel, Hubert Matos, al presidente constitucional Salvador Allende, el golpe de estado de Pinochet y como consecuencia su muerte en la moneda, entre otros ejemplos que no borraron el mérito de sus aportes a las causas que defendieron los primeros  y pasaron los segundos a la  larga lista de los apóstatas.

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