El cubano mayor como le
llaman a Martí en la mayor isla del caribe, tuvo como pensamiento y acción,
premisas que lo llevaron al hacer como fundamento de sus principios, basados en
la ética y el ejemplo personal.
Uno de sus testamentos
familiares ha sido la carta que le escribió a su hijo desde Cabo Haitiano en
abril de 1895, donde le dice:…creo en el mejoramiento humano, en la
utilidad de la virtud y en ti. Con esto le decía a su retoño que en la
vida había que esperar mejores acciones de los hombres, que la existencia era
perfectible y que se podía alcanzar el bienestar logrando cada individuo ser mejor para sí y para el
resto.
Las ideas martianas que
marcan la virtud se manifiestan en esta máxima…las cosas buenas se hacen sin
llamar al universo para que nos vea pasar. Se es bueno porque sí y porque allá
dentro se siente algo cuando se ha hecho algún bien o se ha dicho algo bueno a
los demás, eso es mejor que ser príncipe, ser útil. Trasciende la
virtud cuando se es protagonista de ella, en Martí es costumbre en su actuar
cotidiano, así lo demostró en presidio, en el magisterio, su periodismo, el verso, la oratoria que
llegó a estremecer decenas de espectadores, sus compañeros de lucha con quien
fundó el Partido Revolucionario Cubano, sus amigos y amigas entrañables.
El amor como fórmula de triunfo,
fue su premisa primordial ante su gran reto, la independencia de su Cuba
colonizada por España, para ello convocó tanto a cubanos como españoles y
extranjeros honestos a sumarse a la contienda y su grito hacia la libertad como
político plural e incluyente fue: Con
todos y para el bien de todos.
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