Que nadie se engañe: la Cumbre de las Américas no es como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños o la Alternativa Bolivariana para las Américas. Tampoco pretende parecérseles, y mal andarían nuestros mecanismos de integración si eso pasara.
Progreso allí es sinónimo de emprendimiento privado, las políticas sociales se miran desde el margen de las ganancias, los foros de la sociedad civil dan voz a los dueños de transnacionales y empresas multimillonarias, la educación es observada con recatos desde la privatización, los espacios de debate están colonizados por los derechistas y las políticas imperialistas suelen verse con buenos ojos.
En semejante escenario solo había dos formas de mirar a los cubanos: con recelo ante su demanda interminable de que fueran expulsados los contrarrevolucionarios, o con alegría ante el aire izquierdista que inyectaron a cada mesa de trabajo.
Al menos en el Foro de Jóvenes de las Américas pareció prevalecer la segunda visión, sobre todo entre algunos panameños.
Anñelo Villareal, un nacional a quien entrevistamos en la plenaria de clausura del evento, estuvo en la comisión que abordó la temática educacional y nos comentó:
«Fue emocionante conocer de la presencia cubana y agradecemos que sus representantes aportaran toda la experiencia que tienen en materia de educación». En otras conversaciones sostenidas con algunos de los líderes estudiantiles de la Isla, el joven reconoció la importancia política de organizaciones aglutinadoras de muchos estudiantes, como la FEU.
Después de dos viajes a Cuba Pierre González, un miembro de la Asociación de Estudiantes de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, está convencido de lo trascendental que resultó para esta Cumbre la participación de los isleños.
«Ustedes —nos dijo a mitad de la entrevista— están aquí, y eso es resarcir una injusticia, porque sus posiciones y su historia habían sido negadas hasta ahora. Y es bueno que estén para que los escuchen las personas que simbolizan el otro lado de la historia, el más oscuro».
Valerie Lorena, directora ejecutiva y Coordinadora General del Foro de Jóvenes de las Américas, solo dijo cuando le preguntamos sobre Cuba: «Para mí los chicos son todos de las Américas. Son 35 países ¿cómo hago para hablar solo de uno?... Yo los vi bastante animados, participativos y siguiendo las dinámicas de trabajo con mucha decisión. Espero que se hayan sentido a gusto».
De la agenda del foro cabe destacar que la única conferencista de izquierda prevista no asistió: Camila Vallejo, joven diputada del Parlamento chileno.
Pero sí hubo conferencias tan «desinteresadas» como la de Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para la región, quien declaró sentirse muy interesado en cambiar la imagen de su centro financiero entre los jóvenes.
Hubo colas para hacerle preguntas y muchos de los participantes se quedaron con ellas en sus cabezas o las pasaron en un papelito enrollado con la aspiración de que se les respondan por Twitter o alguna otra vía no concretada.
Yusuam Palacios, presidente del Movimiento Juvenil Martiano de Cuba, también envió las suyas al dorso de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y con una de ellas terminamos: ¿Cómo explica el Banco Mundial la aplicación de políticas neoliberales en América Latina si ha dicho que su intención es «reducir la pobreza»?
Yisell Rodríguez Milán*Delegada Cubana al IV Foro de Jóvenes de las Américas
Tomado de:Juventud
Rebelde
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