martes, 5 de agosto de 2014

Gerardo Hernández responde: ¿Qué inspira a un Héroe? (II)

Junto a su madre y sus dos sobrinas en marzo de 1992
Por Rouslyn Navia Jordán
¿Cómo nace un héroe? ¿De qué arcilla están hechos los hombres que despiertan la admiración de sus semejantes y se convierten en paradigmas? ¿Será que la diferencia la hace la propia vida y el entorno en que crecen? ¿Acaso la diferencia la determinan los valores que les inculcan la familia, la escuela y la sociedad en que se desarrolla su existencia?
Preguntas interesantes que nos hacemos todos y Gerardo Hernández Nordelo, el cubano joven al que nos aproximamos con estas pinceladas, nos responde desde su injusta prisión con la sencillez habitual.
«Pero si bien el hogar y la familia influyeron considerablemente en mi formación, pienso que mi paso por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) fue esencial en ese sentido. Allí no solo tuvimos un claustro de profesores de lujo, sino que coincidí con un grupo de compañeros de los cuales aprendí muchísimo.
«Algunos venían de la Facultad Obrera y eran mayores que los que acabábamos de terminar el Pre. Había militantes del Partido, dirigentes sindicales, y algunos hasta habían cumplido misiones internacionalistas. “Los viejos”, como les decíamos, ingresaron al ISRI para ser estudiantes a tiempo completo, y se convirtieron en verdaderos formadores para aquel grupo de muchachos de menos experiencia que veníamos de preuniversitario. Entre los jóvenes también los había con tremenda trayectoria como líderes estudiantiles, Vanguardias Nacionales, y la interacción con todos ellos fue esencial en mi formación.
«Fueron dos escuelas paralelas, la de Relaciones Internacionales, y la de ética, política, ideología, moral, que fue el resultado de pasar seis años de mi vida compartiendo todo tipo de experiencias con ese grupo al que tanto agradezco y del que tan buenos recuerdos tengo.
«Siempre me inspiraron los héroes y mártires de nuestra historia, y de manera muy especial los de la historia más reciente. Los jóvenes de la Generación del Centenario, los combatientes de la Sierra y del Llano, los de Girón… Me ha inspirado siempre el ejemplo del Che, por supuesto, y los de Fidel, Raúl, Almeida…
«Me inspiran los héroes anónimos de nuestra Patria, los de ayer y los de hoy, algunos que he tenido oportunidad de conocer, y otros que nunca conoceré, pero sé que existen. Cuando uno se encuentra en una situación como la nuestra, necesita inspiración desde que abre los ojos todos los días, porque nunca se sabe lo que nos va a deparar la jornada, y lo nuestro ya pasa de 15 años; así que, saquen la cuenta…
«Me inspiran las cartas y demás muestras de solidaridad que, constantemente, recibimos. Me inspiran todos los patriotas, nuestros combatientes internacionalistas, los médicos, maestros y demás colaboradores que cumplen nobles misiones en los más diversos rincones del mundo. Me inspiran los deportistas que defienden los colores de la bandera. Los bailarines, músicos y artistas en general que recorren el mundo poniendo en alto nuestra cultura.
«Me inspiran todos los cubanos que, aun residiendo fuera del país, no se montan en el carro del odio ni se prestan para el jueguito de denigrar y agredir a su patria. Me inspira el viejito que hoy a lo mejor tiene que pasar trabajo vendiendo maní en una esquina porque su pensión no le alcanza, pero sigue apoyando la Revolución, porque ve el vaso medio lleno, y no medio vacío.
«Y créanme que no es muela. Cuando abro un periódico y leo lo que dijo Viengsay Valdés sobre lo importante que es Cuba para ella, eso me inspira. Cuando leo la historia de la muchacha que pidió un lote de tierra lleno de piedras y de marabú, y hoy es una productora destacada de alimentos, me inspira. Me inspiré cuando leí sobre el ponchero en Las Tunas que en su negocio daba prioridad a las ambulancias y no les cobraba. Todo eso me estimula, porque me reafirma en la convicción de que uno no se ha sacrificado por gusto, y de que, aunque hayan algunos que se desalienten, siempre habrá muchos otros cubanos dispuestos a llevar la antorcha, y a poner su cuota de sacrificio no solo para sobrevivir, sino para seguir resolviendo nuestros problemas, y para que, con permiso de Pablo, esa sociedad que no es perfecta, se acerque cada vez mas a lo que simplemente soñamos».
 (Tomado de Soy Cuba)


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