Por. MsC. Enma Colina Bruzón.
Los que no han
descubierto las lecciones para la vida
que el José Martí de Cuba ha legado a la humanidad, los invito a que penetren
en las obras completas en 27 tomos de las que existen tres ediciones, también
aparecen en soporte digital, allí podrán encontrar lo inimaginable escrito en
el siglo XIX y que parece haberse redactado hoy, así de visionario es el hombre que trascendió épocas con más luces
que sombras ha llegado hasta nuestros días como referente irrefutable.
La Patria de Martí
alcanzó su verdadera independencia el primero de enero de 1959, con la sabia
conducción de un martiano mayor. Fidel Castro Ruz, quien llevó a vías de hecho
las doctrinas del Apóstol para este: la libertad es como el genio, una fuerza que
brota de lo incognito; pero el genio como la libertad se pierden sin la
dirección del buen juicio, sin las lecciones de la experiencia, sin el pacífico
ejercicio del criterio.
Morir por la independencia
costó a Cuba las vidas de veinte mil cubanos en las tres gestas libertarias. La
sangre derramada no fue en vano, los que cayeron ayer por el disfrute y gozo
pleno de libertades, la patria los contempla orgullosa, uno de ellos fue el
mayor de los cubanos el que afirmó. Amamos la libertad, porque en ella vemos la
verdad. Moriremos por la libertad verdadera, no por la libertad que sirve de
pretexto para mantener a unos en el goce
excesivo, y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la república
después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero.
Libres los cubanos en
la isla de más de once millones de habitantes, han demostrado al más ilustre de sus hijos que: “¡ Solo
perdura, y es para bien, la riqueza que se crea, y la libertad que se
conquista, con las propias manos! , Con escasos recursos se pueden
alcanzar metas mayores y riquezas espirituales que no lo han podido lograr con millones de recursos materiales países del
llamado primer mundo, escuelas y nivel de posibilidades y equidad para todos,
atención médica gratuita, bajos índices de mortalidad infantil, erradicación de
enfermedades, alimentos racionados, pero seguros, bajos niveles de violencia en
las calles, oportunidades de empleo en sus dos modalidades, igualdad en
derechos de género, raza y diversidad sexual, cero pobreza extrema, seguridad y
paz ciudadana, gracias a la libertad de
los humildes y para los humildes, la de todos y todas que solo ha sido
posible con la Revolución.
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