Por:
MsC. Enma Colina Bruzón.
Para el cubano más universal
el hacer, siempre fue una meta en su intensa, pero corta vida, de niño y
adolescente su preocupación fundamental, fue el estudio y su constante entrega por la independencia de
Cuba, hasta involucrarse con sólo 16 años en la conspiración independentista,
al respecto dice: “Aquel que no hace todo lo que puede hacer, peca contra lo natural y
paga la culpa de su pecado”.
Hacer en cada momento lo que
había que hacer fue en Martí también una manera de construir el futuro para la
isla y para su pueblo, que como colonia de España no tenía libertades civiles,
ni derechos constitucionales a favor de una nación que emergió como República
primero que la metrópoli, aquel 10 de abril de 1869, con su primera
constitución la de Guáimaro, escribe Martí: Todo se puede hacer. Todo se hará
a su hora.
José Martí usó cada minuto
de su vida en el hacer en función de las circunstancias que tuvo que enfrentar,
la manera del pan ganar le llamó al periodismo que ejerció durante más de 11
años, también tuvo significativo hacer en la pedagogía, en la oratoria, en las
traducciones en labores diplomáticas, en intercambios epistolares, refiere el
héroe nacional: No se debe hacer sino aquello que se puede decir: éste es nuestro gran
principio.
El hacer más significativo
para el Apóstol de Cuba, fue su tenaz y consecuente actuar relacionado con la
libertad de la patria, empeño al que dedicó toda su vida, fue capaz de
organizar un movimiento político con ese carisma de liderazgo, que pocos como
él y en condiciones desfavorables lograron llevar a vías de hecho, gracias a su
consecuente y ejemplar actuación referida a: la mejor manera de decir es
hacer.
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