Por:
Ms. C. Enma Colina Bruzón.
Le
pido permiso al martirologio de la historia para hablar de usted: Camilo
Cienfuegos, símbolo de la juventud revolucionaria de la Cuba insurrecta,
rebelde e inclaudicable, del Granma, de la Sierra Maestra, discípulo de Fidel,
amigo entrañable del Che Guevara, con quien estableció lazos muy fuertes de solidaridad, hermano de batallas,
de la vida y del humor, sí, porque a Camilo le gustaban las bromas con el Che
que era serio y respetuoso, el cubano era el único que se atrevía a bromear con
el argentino de regio comportamiento. El sombrero alón y su lacia barba, eran
rasgos de su personalidad inigualables, entre los miembros de la tropa
encabezada por nuestro líder Fidel Castro, dispuesto y atrevido, desafiaba la
muerte en cada enfrentamiento al ejército batistiano, así se ganó los grados de
comandante y la responsabilidad de estar al frente de una de las tropas en la invasión a occidente.
Dos
comandantes del Ejército Rebelde, de la vanguardia revolucionaria cubana en la
segunda mitad del siglo XX, valientes aguerridos, juntos se fueron a liberar la Cuba oprimida, dos batallas los
convirtieron en héroes en la lucha por la definitiva independencia de la isla,
Santa Clara a Ernesto y Yaguajay a Camilo.
Al triunfo de la Revolución llegaron victoriosos a la Habana, en aquella
caravana de la victoria el 8 de enero de 1959, en acto público Fidel le
pregunta a Camilo: Voy bien Camilo y este le responde vas bien Fidel, otra
anécdota sobre el jefe de la Revolución cubana, es: cuando se encuentran un
grupo de compañeros escuchando la pelota y estaba hablando Fidel, Camilo con la
responsabilidad que tenía por delante
llama la atención a sus colegas y les dice: que cuando hablara el comandante
había que escucharlo y eso era lo más importante.
En
una ocasión organizaron un juego de béisbol
y a Camilo le tocaba jugar en el equipo contrario a Fidel y este dijo:
en contra de Fidel ni en la pelota, así fueron varias las posiciones de Camilo
de incondicionalidad al Comandante en Jefe y a la Revolución. Su protagonismo
elocuente al enfrentar la oposición dentro del proceso revolucionario, fue su
enfrentamiento y captura de Hubert Matos, en el Camagüey, a su regreso a la
Habana, ocurre el fatídico accidente que le cobrara la vida al guerrillero que
denominó Fidel Hombre de pueblo y expresó: en
el pueblo hay muchos camilos.
Dos
días antes de su desaparición física el 26 de octubre de 1959, pronunció un
discurso que enardeció de euforia al pueblo de la Habana y concluyó con la
última estrofa de los patrióticos versos del poema de Bonifacio Byrne: Mi bandera,
coreado por la inmensa multitud, aun se sienten sus palabras cuando dijo: Si desecha en menudos pedazos/ Llega ser mi bandera algún día /Nuestros muertos
alzando los brazos, /La sabrán defender todavía.
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