miércoles, 9 de julio de 2014

Misioneros cubanos en Venezuela: Dos historias, dos finales bien diferentes.

Por Liborio

Es domingo de misiones, empieza el bullicio temprano en el Hotel Anauco, cada misionero se apresta a su tarea para  la erradicación de la extrema pobreza en Venezuela. Es la 7 de la mañana y el punto de reunión es en los bajos frente al hotel. Una profesora de la Misión Sucre ojea el libro de Alicia Herrera “Pusimos la bomba y que”, enseguida aparece la reflexión.  La historia tiene sus vericuetos, y sus propósitos, años atrás un grupo de facinerosos dirigidos por Luis Clemente Posada Carriles en las habitaciones y bares de este Hotel Anauco planeó uno de los actos más viles que recuerda la historia del terrorismo internacional, la voladura de una Avión de Cubana de Aviación donde regresaban a la patria un grupo de exitosos deportistas y estudiantes que se dirigían a Cuba como becarios y la tripulación del avión. El desenlace de aquella historia fatal, del 6 de octubre de 1976  la muerte  de todos los tripulantes y pasajeros. Aun la historia espera  por la justicia  para las familias sumidas en el dolor  mientras el terrorista confeso se pasea por la capital del terror, la ciudad de Miami.

Pero la historia pone a los hombres en su justo momento en otra dimensión, y cómo si se quisiese hacer toda la justicia. Este domingo un grupo de los que aquí viven salieron a regar de vida los cerros de Caracas. Esta semana la historia que contamos  fue en el Guanábano en la Parroquia Macarao. La alegría y el contagio de la población con los juegos y las danzas, “el casa a casa”, la consulta especializadas, las vacunas, el bombillo ahorrador y la conciencia del ahorro, y la palaba certera de la necesidad de profundizar la obra. Cubanos y venezolanos, los llamados haitianos, colombianos todo un mosaico de colores de razas y pueblos que se funden en el entramado de la venezolanidad del cerro trabajan en común bajo el mismo propósito, alcanzar la suprema felicidad social que soñó Bolívar.

El Consejo  Comunal y la Gran Misión Vivienda Venezuela comenzaron allí en los bajos del Cerro, a construir la base de las misiones, lugar donde de forma permanente estarán accionando los colaboradores cubanos y otras misiones de Venezuela en la lucha frontal contra el analfabetismo, la insalubridad,  llevando el goce del bienestar que propicia el deporte y la cultura, y así  el próximo domingo será en otro lugar. Ya aquí se comenzó el trabajo, el desenlace de esta historia seguramente será muy distinto al de la primera historia,  a la que nos referimos sobre el Anauco. Cada domingo saldrán las batas blancas y las cartillas, el payaso y el deportista, para que esta historia tenga un final feliz y se corone con la sonrisa de un niño, las gracias de los abuelos el orgullo y la alegría del misionero cubano que como Liborio es pueblo.

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