Por Liborio
Es domingo de misiones, empieza
el bullicio temprano en el Hotel Anauco, cada misionero se apresta a su tarea para la erradicación de la extrema pobreza en
Venezuela. Es la 7 de la mañana y el punto de reunión es en los bajos frente al
hotel. Una profesora de la Misión Sucre ojea el libro de Alicia Herrera “Pusimos
la bomba y que”, enseguida aparece la reflexión. La historia tiene sus vericuetos, y sus
propósitos, años atrás un grupo de facinerosos dirigidos por Luis Clemente
Posada Carriles en las habitaciones y bares de este Hotel Anauco planeó uno de
los actos más viles que recuerda la historia del terrorismo internacional, la
voladura de una Avión de Cubana de Aviación donde regresaban a la patria un grupo
de exitosos deportistas y estudiantes que se dirigían a Cuba como becarios y la
tripulación del avión. El desenlace de aquella historia fatal, del 6 de octubre
de 1976 la muerte de todos los tripulantes y pasajeros. Aun la
historia espera por la justicia para las familias sumidas en el dolor mientras el terrorista confeso se pasea por
la capital del terror, la ciudad de Miami.
Pero la historia pone a los
hombres en su justo momento en otra dimensión, y cómo si se quisiese hacer toda
la justicia. Este domingo un grupo de los que aquí viven salieron a regar de
vida los cerros de Caracas. Esta semana la historia que contamos fue en el Guanábano en la Parroquia Macarao. La
alegría y el contagio de la población con los juegos y las danzas, “el casa a
casa”, la consulta especializadas, las vacunas, el bombillo ahorrador y la
conciencia del ahorro, y la palaba certera de la necesidad de profundizar la
obra. Cubanos y venezolanos, los llamados haitianos, colombianos todo un
mosaico de colores de razas y pueblos que se funden en el entramado de la
venezolanidad del cerro trabajan en común bajo el mismo propósito, alcanzar la
suprema felicidad social que soñó Bolívar.
El Consejo Comunal y la Gran Misión Vivienda Venezuela
comenzaron allí en los bajos del Cerro, a construir la base de las misiones,
lugar donde de forma permanente estarán accionando los colaboradores cubanos y
otras misiones de Venezuela en la lucha frontal contra el analfabetismo, la
insalubridad, llevando el goce del
bienestar que propicia el deporte y la cultura, y así el próximo domingo será en otro lugar. Ya aquí
se comenzó el trabajo, el desenlace de esta historia seguramente será muy
distinto al de la primera historia, a la
que nos referimos sobre el Anauco. Cada domingo saldrán las batas blancas y las
cartillas, el payaso y el deportista, para que esta historia tenga un final
feliz y se corone con la sonrisa de un niño, las gracias de los abuelos el
orgullo y la alegría del misionero cubano que como Liborio es pueblo.
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