jueves, 17 de julio de 2014

Diagnóstico médico: el estrés de la pobreza.

Por Liborio.

Hasta el nombre del municipio suena opresivo, Calabozo en el  Estado Guárico. Después de muchas horas de viaje llegamos al municipio Francisco de Miranda a la comunidad Rafael de Urdaneta, este domingo pasado, 13 de julio de 2014. Es Guárico pintoresco, Calabozo le da la bienvenida a los llanos a los que viene del norte, por el borde de una represa gigantesca de un lago igual de gigante. Como todo Domingo de Misiones el ajetreo de los participantes; al llegar nos pusimos en función.
Una bella doctora y una enfermera fueron el equipo que acompañó  Liborio; la primera visita del “casa a casa” un rancho, se realiza la consulta en el brocal del pozo, sencillamente no cabe ni un alfiler en aquel maltrecho lugar. El niño padece de desnutrición, tiene anemia y se ve muy débil, a pesar de que la madre se refiere que se alimenta bien para proveerlo con la lactancia materna. La doctora  indica complementarios al niño y la enfermera le orienta recoger suplementos para la madre. Toda una mañana y la madre no fue a realizar los exámenes ni recoger lo indicado. Y es que la pobreza tiene una expresión que no siempre se nos revela en su estructura, se instala en la mente de las gentes y le es muy difícil de superar. Vimos muchas  cosas feas allí pero la vocación de muchos de resolver la situación.
Después fuimos con la familia Lara. Allí participamos en una nueva tipología de clase de medicina de los estudiantes venezolanos que estudian en pregrado y postgrado, medicina integral comunitaria, todo un mosaico de clases y años académicos en un mismo ejercicio. A cada uno se le orientó previamente una actividad de acuerdo a su grado. Desde la caracterización de la familia, el diagnóstico clínico como método supremo y el estudio sociodemográfico de aquella familia. En la clase participan todos con gran objetividad a pesar de lo adverso de la situación. En la familia conviven varias generaciones, refieren, que se trasmiten las amargas experiencias, sacudidas a golpe de alcohol cuando los mayores logran “matar tigritos” como jornaleros agrícolas. La señora Lara cabeza de visible de la familia es hipertensa, y tiene problemas gástricos, producto del estrés que le produce la pobreza y el incierto porvenir de su familia.

Allí queda mucho por hacer para dignificar estas gentes. El trabajo agrícola estable y remunerador que le pueda proveer de empleo digno a esta comunidad; la misión Agrovenezuela presente allí tiene muchas cosas que hacer, hay tierras y brazos, solo falta voluntad. Ya los médicos y los deportistas tiene un camino recorrido, la misiones educativas en acción, ahora faltan otros como la Gran Misión Vivienda Venezuela o la que se encargue de eliminar los ranchos y sustituirlos por casas, pero sobre todo el trabajo que dignifica al hombre porque como diría José Martí hace más de un siglo atrás en su obra “Maestros Ambulantes”, que se convierte en un apotegma para todos los tiempos:
“la única forma de ser bueno es ser dichoso,
Ser culto es la única forma de ser libre,

Pero en el común de la naturaleza humana se necesita ser próspero para ser bueno”   

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