viernes, 18 de julio de 2014

Martí y Venezuela.

Por. MsC. Enma Colina Bruzón.

El cubano más universal, estuvo en la capital de todos los venezolanos desde enero de 1881, hasta julio del propio año, a su llegada a la patria del protagonista de las gestas emancipadoras, sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía, ni donde se dormía, sino donde estaba la estatua de Bolívar, rindió homenaje al líder de la independencia latinoamericana, puso a prueba su capacidad de ser héroe.
De Venezuela refiere Martí: “Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles, ni de su cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en qué servirla; ella tiene en mi un hijo”.
En el poco tiempo que estuvo el maestro en Caracas, fundó la revista Venezolana, donde publicó artículos sobre el acontecer del continente, allí conoció al maestro Cecilio Acosta, todo un ejemplo de magisterio dedicado a enseñar con el ejemplo, elogia el hogar caraqueño al  considerarlo todo enaltecedor, pleno de amor, de espíritus de mujer, de puros goces, de tiernos encantos, admiró las riquezas naturales del país y se sintió feliz durante su estancia allí, para él  resultó un encuentro fraterno con los hijos del  libertador.
Su despedida de Caracas fue así: … ¡pero a Venezuela, como a toda la América desinteresada, la hemos de querer y de admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla!
A más de ciento  treinta  años de esa máxima martiana, hoy Venezuela es ejemplo ante el mundo de que la democracia popular puede elegir un gobierno que represente al pueblo y que defienda sus intereses, ante la globalización neoliberal que impone el Capitalismo salvaje y brutal que pretende someter a  países a la pobreza extrema y a las guerras desiguales por intereses mezquinos y ambiciosos.


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