Por. MSc. Enma Colina
Bruzón.
El maestro le llamaron a
José Martí, en Guatemala y en los Estados Unidos sus alumnos de la Liga, conformada por cubanos en el exilio y pasó a integrar las filas de los más
prestigiosos del magisterio americano por su testamento pedagógico.
La escuela martiana era
científica y literaria, al respecto expresó: siémbrese química y agricultura y
se cosecharán riquezas. En las aulas había que enseñarse la teoría y en
los campos y las fábricas la práctica con que los alumnos debían apropiarse de
los conocimientos integrales para enfrentar la vida futura de sus países.
Ser cultos es el único modo
de ser libres, fue la expresión más alta del cubano que
pudo percibir en sus incursiones por varios países de América con muchas
riquezas naturales, la mayoría de sus hijos vivían en pobreza extrema, muchos
por la ignorancia en que estuvieron sumidos durante siglos, el decursar de los
años demostró que solo la cultura salva.
El líder de la Revolución
cubana: Fidel Castro refiere: Sin cultura no hay revolución posible,
y así lo ha demostrado en los más de cincuenta años en que ha llevado la luz de
la enseñanza a los niveles más altos de instrucción a un pueblo que ha defendido su libertad, por
los niveles de cultura alcanzados, el sentido de pertenencia hacia las
conquistas logradas y el compromiso con los padres fundadores de la nación que
ha demostrado ante el mundo que los valores espirituales de sus hijos no se
negocian, se defienden ante los desafíos de un siglo XXI que impone un
desarrollo desigual y la concentración de las riquezas a través de la fuerza y
el poder.
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